De Princesas y Sueños no Realizados...

De Princesas y Sueños no Realizados…
Por aemeraz

N/A: La idea original de este cuento fue tomada de un correo electrónico. La historia en la que se basa este texto es de autor desconocido. La redacción actual es propia.


En un reino muy lejano, de esos que sólo aparecen en los cuentos, vivía una princesa realmente hermosa, de esas que también existen en la vida real. Los jóvenes príncipes y, en general, los hombres más ricos de los alrededores querían casarse con ella, ya que además de todo, el padre de la princesa poseía los más grandes tesoros de la comarca.

Un día, el rey decidió que su hija habría de casarse; extraño, pues quien debía decidir tan importante suceso era ella misma. En fin… el rey convocó a todo aquél que quisiera desposar a su hija y, después, en un evento sumamente importante, hizo la siguiente propuesta:
- daré a mi hija en matrimonio a aquel hombre que tenga el mejor obsequio para ella.

La princesa recibió joyas, oro, tierras… pero ningún regalo le parecía suficiente. A lo lejos, y después que todos hubieron dado sus presentes, se escuchó una voz suave y al tiempo segura que decía: -yo no tengo riquezas ni tierras. Princesa, siempre he estado enamorado de ti. Lo único que puedo ofrecerte es permanecer bajo tu ventana durante cien días con sus noches. No me importará el frío, el hambre, el viento…

Después de escuchar aquella propuesta, la princesa quedó conmovida. Decidió, entonces, aceptar el ofrecimiento.

Uno a uno, los días fueron pasando. El muchacho seguía en su esfuerzo, sin dejar que nada lo venciera. Todo el reino pensaba que el joven nunca podría lograr su propósito. Sólo de vez en cuando, el futuro príncipe recibía señales de la princesa que asomaba su esbelta figura por uno de los balcones y regalaba una sonrisa de apoyo a aquel valiente.

Llegó el día 99. Todos estaban contentos, nerviosos y emocionados por aquella faena que había realizado el chico. Daban muestras de cariño, por aquel logro tan importante. Los preparativos para la gran boda estaban hechos. En fin, todo parecía perfecto y se vislumbraba, como en todos los cuentos, un final muy feliz. Cuando faltaba una hora para que se cumpliera el plazo, el desafiante, frente a la multitud que esperaba el momento, se puso de pie y, ante el asombro del rey, de la princesa y de todos los presentes, se marchó sin más. Nadie podía explicar cómo aquel joven, faltando solo una hora para casarse con la princesa, había decidido renunciar a su más grande amor.

Después de algunos días, un niño de la comarca, con ojos vivaces se encontró con el valiente pero fracasado muchacho. El niño, sin rodeos, preguntó: -¿Por qué te fuiste? ¿Por qué, a una hora de casarte con la princesa, decidiste marcharte?-. Él, con lágrimas amargas rodando por su rostro y una voz quebrada que revelaba sus sentimientos, respondió:
-no me quitó ni un día de sufrimiento, ni siquiera una hora. No merecía mi amor.