Así es Durango... ¡El Mío!

Mi Durango… ¡El Mío!
Por aemeraz

Mucha gente me ha preguntado: ¿Cómo es Durango?
Es difícil responder puesto que, de algún tiempo para acá, Durango ha sido muy distinto. Sin embargo, aunque las noticias digan lo que digan, y los hechos pretendan alejarnos de nuestra verdad, quiero, en estas líneas, explicar cómo es Durango; al menos, el mío.
Y digo el mío, porque creo firmemente en esta idea y sé que, si la comparto, el pensamiento unido de muchos logrará que lo que voy a platicar sea una realidad colectiva.

El lugar donde vivo, como lo dice el tema “Durango Durango”, es una callada y tranquila ciudad colonial. Se ha modernizado en últimos tiempos, pero ello no ha causado que la esencia se pierda entre el tan famoso oleaje de violencia y miedo.

Aún se pueden ver personas que se limpian los zapatos en la Plaza de Armas, o a niños alimentando palomas cerca de la Catedral. Aún existe gente que acude con ánimo al Teatro Ricardo Castro, o quienes se van en familia a los cines que hace poco se instalaron en diferentes puntos.

Pueden todavía escucharse las campanadas de cada iglesia, en cada barrio, y la música que, con alegría, interpretan los grupos norteños atrincherados en la plazuela Baca Ortiz. Se escuchan bandas de dos o tres hombres caminando por las calles, con una trompeta, un tambor y una canasta para recibir la bondad de los corazones duranguenses, e incluso pueden escucharse los pitidos del camión del gas, y cómo las señoras salen corriendo de sus casas, para alcanzarlo.

Puede verse gente caminando por el Centro Histórico que, aunque remodelado, sigue teniendo el calor que lo ha caracterizado por generaciones; se ven estudiantes charlando con sus mochilas al hombro, y otros que, al ver el autobús del transporte público, corren tras darse cuenta que ese les conduce a su hogar.

Mi Durango es una ciudad de gente trabajadora, humilde y tranquila, que todavía saluda al encontrarse en la calle con otro ser humano, sin importar si es alguien conocido o no. Es una ciudad limpia, donde los ciudadanos sacan los desechos de sus hogares al escuchar la campana del camión de basura.

Durango es una ciudad que ayuda a los necesitados, da una sonrisa a los niños y recibe con los brazos abiertos a los visitantes. Es una ciudad que, poco a poco, condena la violencia, se olvida del miedo y se aleja de los vicios.

Este es Durango o, al menos, el mío. Un Durango que se ve nuevamente como el corazón de la República; Un Durango que, cada día, se siente con calor humano que anima a salir adelante.

Quizá esto sea distinto a lo que muchos creen, pero debemos saber que hay gente que se esfuerza por darnos una imagen errónea de la verdad. Hay qué entender que la verdad y la realidad son cosas distintas; un pensamiento positivo logrará que, en poco tiempo, la verdad compartida en este texto, esa verdad de un Durango confiable, solidario y armonioso, sea para todos la realidad que nos han arrebatado.

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