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jueves, 2 de febrero de 2012

TRES EN UNO
Aemeraz

Sí, lo sé, tenía mucho tiempo sin actualizar el blog; no es que haya dejado de escribir, por el contrario, he escrito quizá más de lo normal. Lo que sucede es que, en la actualidad, la vida va tan rápido que no se puede contar todo en una simple entrada de blog y debemos, como lo hago ahora, partir la realidad y contar sólo una pequeña parte de ella. Para más detalles del día a día de quien ahora habla a través del teclado, está la cuenta de Twitter, también visible en este espacio.

Dejaré de lado los comentarios sobre haberme retirado del trabajo en administración pública, ya que ese tema es motivo de una entrada aparte. Hoy quiero contarte tres hechos que si alguien los lanzara al aire, así como así, serían situaciones sin importancia. Sin embargo, y tomando como antecedente la parte de la unión de los puntos que dijera Steve Jobs en uno de sus discursos, estas breves historias unidas se convierten en parte fundamental de una vida. En la entrada de hoy, haremos un vertiginoso viaje en el tiempo, yendo desde la actualidad hasta 25 años atrás y, de nuevo, al presente.

¿Qué harías si llegas a tu automóvil, que se encuentra un tanto mal acomodado en un estacionamiento comercial, justo en el instante en que se abre la portezuela del auto contiguo y golpea al tuyo ligeramente en la defensa?
Algo así sucedió días atrás; omitiré nombres, detalles y colores, pero la mujer dueña del auto “golpeado” arremetió ante quien, desde su perspectiva, le había ocasionado un daño material.
-¡Sí, ni siquiera se fijan!, ¡abren las puertas como si estuvieran en el patio de su casa!
-Perdón, señora.
-¿Perdón? ¡Pues fíjese!
-Perdón, señora, lo que pasa es que soy ciega.
-¡Sí!, ¡No lo dudo!

Más o menos así fue el diálogo que se mantuvo; en ese instante, un bastón blanco apareció en escena, siendo más elocuente que cualquier discurso.
-Perdón.- Fue lo que atinó a decir la dueña del automóvil golpeado que, dicho sea de paso, no había sufrido daño alguno.

Después de esta primera parte, no me queda duda de lo que en ocasiones hacemos sin pensar; dejamos a un lado las enseñanzas de Gandy, donde se nos exhorta a comportarnos como hermanos, para quedarnos únicamente como seres individualistas, amantes de lo material.
Seguro que la chica “golpeadora”, en aquel instante, viajó hasta un recuerdo que ya no sabe si es de ella o lo ha adoptado como propio; sin importar lo que sea, 25 años atrás, una maestra cerca de ella dijo a sus padres: -Señores, llevamos una semana con su hija en este colegio. Discúlpenme por decirles que no vamos a aceptarla aquí, pero su hija no va a aprender a leer ni escribir.

¡Corte!
Aquí termina el “flashback” e inicia la tercera parte de la historia. De pronto aparece la escena donde la misma chica, ya de nuevo en el presente, sube hasta la mesa de honor, para recibir un reconocimiento por su segundo lugar académico a nivel maestría.

¿Verdad que el tiempo nos sorprende? Seguramente la monja-maestra que aseguró las pocas probabilidades de éxito que tenía aquella niña, jamás imaginó que los padres de familia preferirían no quedarse con esa opinión. Por supuesto, tuvieron qué suceder millones de coincidencias para que esta chica llegara hasta donde está; las palabras de la maestra no se tomaron como una profecía, sino como un reto, pero existen muchas familias que pudieron haber tomado la declaración como una verdad irrefutable. Jamás sabemos lo que nuestras palabras pueden influir en la vida de los otros.

Hoy les comento que, después de dos años, hemos terminado la Maestría en Desarrollo Humano y Valores, primera generación en nuestro estado de Durango; aclaro, aún no somos maestros, pues nos falta la tesis (alguien me lo reclamó y por eso lo menciono), pero hemos llegado al final de algo que parecía imposible.
Me quedo con dos frases que, perdidas en este mundo digital, ya no se sabe quiénes fueron los autores; la primera, describe lo importante que es soñar en conjunto, para lograr conseguir un ideal social; la segunda, la utilizaré como un cierre magnífico para este artículo algo extenso. Espero sigas leyendo y te hayas percatado de lo importante que pueden llegar a ser tus palabras, de lo mágico que es el destino cuando nos ponemos a analizarlo de adelante hacia atrás y de lo misterioso que es el universo, que quién sabe qué sorpresas nos tenga para el día de mañana.

¡Feliz inicio del resto de tu vida!

“Cuando sueñas solo, sólo es un sueño; cuando sueñas con otros, es el comienzo de una realidad”.

“IMPOSIBLE… es sólo una opinión”.

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