"Mi Vida son mis Amigos."

Por aemeraz

¡Hola!
Así es, tenía mucho tiempo sin escribir en este blog (o en cualquier otro). Después de muchas ocupaciones, tareas, trabajo, cursos, etc., pero en fin. Había subido un cuento, muy bonito, que me encontré en mi computadora. Les platico: ese cuento lo escribí hace como seis años para una tarea… por supuesto, lo corregí y después lo subí a la web, pero originalmente era una historia que me había enviado algún amigo de vidapositiva.com
El post de hoy, titulado “Mi Vida son mis Amigos”, tiene dedicatoria. Por supuesto, a mis amigos que leen el blog (y más para los que firman, como mi prima Gabix y Verito Martínez), pero también para un señorón del periodismo: Teodoro Rentería Arróyave.
Días atrás, específicamente el 24 de marzo, tuve la oportunidad y la dicha de estar en la presentación del libro “Mi Vida son mis Amigos”, precisamente de este hombre, ocho veces galardonado con el premio nacional de periodismo. En la presentación, donde algún comentarista lo llamó “Rodolfo Rentería” (lamentablemente, el único comentarista duranguense), el maestro Teodoro contó algunas de sus anécdotas como reportero y periodista. Todo eso me hizo recordar la forma en la que yo inicié en la radio, labor que, lamentablemente, he abandonado en los últimos años.
Como aún no tengo sueño y estoy a un minuto de comenzar el 27 de marzo, aprovecharé para contarles cómo comenzó mi vida de redactor de periódicos y locutor de radio.

Corría el año de 1998. Jaja… no… en realidad no recuerdo si fue a finales del ’97 o a inicios del ’98, pero lo importante es que, entre algunos primos, mi hermana y yo, de esas veces que, de niños, no tenemos qué hacer, se nos ocurrió crear un semanario para distribuir los domingos en la privada en la que vivimos. Comenzamos la publicación de 3A & 3C. El nombre del periódico contenía las iniciales de quienes trabajábamos en él (yo entraba en el & jaja) y a mí y a César nos tocaba la sección deportiva, en la que firmábamos como “Mortadelo y Filemón”.
Duramos con la publicación hasta, aproximadamente, septiembre del ’98, cuando, gracias a una tía que regaló el periódico a una de sus amigas, esa señora nos invitó a un programa de radio infantil, precisamente a platicar de cómo habíamos comenzado la impresión de eso que, para nosotros, era un pasatiempo, tomado demasiado en serio.
Después de aquella entrevista, Abril (mi hermana) se quedó como conductora de aquel programa: Trapecio Infantil, que se transmitía (y aún se transmite, aunque sin nosotros) todos los sábados, de 12:00 a 14:00 horas por XEHD, Radio Universidad, 1270 de AM. Como yo estaba completamente maravillado con la magia de la radio, cada sábado, aunque no hiciera más que estar de oyente, acompañaba a mi hermana hasta el estudio. Unas semanas después, quizá por mi insistencia o por obra del Sagrado Corazón de Jesús (o ambas), la encargada del programa, Paty, me invitó a integrarme al grupo de locutores. Inmediatamente propuse una sección deportiva llamada “Los Niños y el Deporte” (había pensado ya esa idea desde tiempo atrás) a la que en seguida se integraron mis dos primeros entrevistados: Luis Omar Berumen Segovia y Normann Francisco Nájera Ríos. Hicimos en realidad un excelente equipo, los de deportes y en general todo el programa, donde participaban: Paty Rodríguez (la titular), Abril Denisse Meraz Hernández (mi hermana y quien tras unos meses se convirtiera en la titular), Jenny Samantha Salcido Díaz, Yendy Rodríguez Pérez, además de los antes mencionados. Si olvido alguno espero me perdone (si lee este artículo jaja :P)
En fin. Toda esta excelente experiencia duró hasta el año 2000, cuando la estación radiofónica de la Universidad Autónoma de Durango abrió sus puertas. Mi hermana fue invitada a proponer un proyecto; fue entonces que nació Radiokids, los sábados de 10:00 a 12:00 (no quisimos competir con el programa en el que habíamos iniciado), por el 94.1 de FM.
Vinieron más éxitos después: la barra LoboKids, con niños locutores; el programa Causa Joven, del Instituto Estatal de la Juventud (todos haciendo equipo con Abril) y, el último donde participé, Tu Voz al Aire, también del IEJ.

Geniales recuerdos. Simplemente, pasajes de la vida que jamás olvidaré y que hoy, por primera vez en forma escrita, comparto con ustedes que lo leen.
Espero les haya gustado este pequeño relato de un tramo de mi vida “profesional” que, para mí, siempre fue un juego que tomé demasiado en serio.
Ahora, el libro de Teodoro Rentería, “Mi Vida son mis Amigos”, despertó estos recuerdos y, por qué no decirlo, la inquietud de volver al mundo de la radio. ¿Será que sale al aire el programa “Ser LiderR”? Cuestión de esperar lo mejor y confiar en Dios.

Un abrazo a ti que lees, y un especial saludo al gran maestro de maestros, padre de excelentes comunicadores: Teodoro Rentería Arróyave.

¡Sigue Leyendo!

De Princesas y Sueños no Realizados...

De Princesas y Sueños no Realizados…
Por aemeraz

N/A: La idea original de este cuento fue tomada de un correo electrónico. La historia en la que se basa este texto es de autor desconocido. La redacción actual es propia.


En un reino muy lejano, de esos que sólo aparecen en los cuentos, vivía una princesa realmente hermosa, de esas que también existen en la vida real. Los jóvenes príncipes y, en general, los hombres más ricos de los alrededores querían casarse con ella, ya que además de todo, el padre de la princesa poseía los más grandes tesoros de la comarca.

Un día, el rey decidió que su hija habría de casarse; extraño, pues quien debía decidir tan importante suceso era ella misma. En fin… el rey convocó a todo aquél que quisiera desposar a su hija y, después, en un evento sumamente importante, hizo la siguiente propuesta:
- daré a mi hija en matrimonio a aquel hombre que tenga el mejor obsequio para ella.

La princesa recibió joyas, oro, tierras… pero ningún regalo le parecía suficiente. A lo lejos, y después que todos hubieron dado sus presentes, se escuchó una voz suave y al tiempo segura que decía: -yo no tengo riquezas ni tierras. Princesa, siempre he estado enamorado de ti. Lo único que puedo ofrecerte es permanecer bajo tu ventana durante cien días con sus noches. No me importará el frío, el hambre, el viento…

Después de escuchar aquella propuesta, la princesa quedó conmovida. Decidió, entonces, aceptar el ofrecimiento.

Uno a uno, los días fueron pasando. El muchacho seguía en su esfuerzo, sin dejar que nada lo venciera. Todo el reino pensaba que el joven nunca podría lograr su propósito. Sólo de vez en cuando, el futuro príncipe recibía señales de la princesa que asomaba su esbelta figura por uno de los balcones y regalaba una sonrisa de apoyo a aquel valiente.

Llegó el día 99. Todos estaban contentos, nerviosos y emocionados por aquella faena que había realizado el chico. Daban muestras de cariño, por aquel logro tan importante. Los preparativos para la gran boda estaban hechos. En fin, todo parecía perfecto y se vislumbraba, como en todos los cuentos, un final muy feliz. Cuando faltaba una hora para que se cumpliera el plazo, el desafiante, frente a la multitud que esperaba el momento, se puso de pie y, ante el asombro del rey, de la princesa y de todos los presentes, se marchó sin más. Nadie podía explicar cómo aquel joven, faltando solo una hora para casarse con la princesa, había decidido renunciar a su más grande amor.

Después de algunos días, un niño de la comarca, con ojos vivaces se encontró con el valiente pero fracasado muchacho. El niño, sin rodeos, preguntó: -¿Por qué te fuiste? ¿Por qué, a una hora de casarte con la princesa, decidiste marcharte?-. Él, con lágrimas amargas rodando por su rostro y una voz quebrada que revelaba sus sentimientos, respondió:
-no me quitó ni un día de sufrimiento, ni siquiera una hora. No merecía mi amor.